Miércoles 18 de Agosto de 2004, 7:30 AM
Todo el alumnado y el cuerpo docente se encuentran en la vereda. Llovizna y hace frío. Las puertas del colegio están cerradas. La portera no ha venido, y nadie tiene la llave. Hay que esperar a la directora. Los chicos, bastante pacientes, se lo toman con humor, como una grata sorpresa para matizar la rutina de todos los días.
Media hora tarde, llega la directora. Pero tampoco tiene la llave. Su argumento: "Me pueden robar la cartera en la calle". Las opciones son: que alguien vaya a la casa de la portera, o de la vicedirectora. Nadie sabe dónde vive la portera. Una docente va en el auto de su marido a la casa de la vicedirectora. Mientras, todos seguimos esperando.
Algunos alumnos quieren irse y empiezan a hacer proselitismo para no ser los únicos. Un padre llega y le grita a la directora su ineptitud e incompetencia. El padre es aplaudido por los alumnos que lo escuchan. Un grupo de docentes se aparta para ir a tomar un café al bar de la esquina, y volver cuando las cosas se hayan solucionado. El padre se lleva a sus dos hijas con la promesa de que no les pondrán el ausente.
Llega la profesora con la llave. Son casi las 8:30 AM. Los chicos no quieren entrar, se arman conatos de resistencia. Algunos entran y trasladan la resistencia adentro de la institución. La directora monta en cólera y grita a los alumnos y a los preceptores. Hay una reunión de alumnos delegados, que decide presentar una nota firmada por todos los alumnos, manifestando la disconformidad con lo sucedido.
Las cosas se calman cerca del mediodía. Y la carta del Anses que nunca llega.
18.8.04
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